Buenos Aires querido

Volamos de El Calafate a Buenos Aires con Lan (ahora Latam Airlines). En el Aeroparque Jorge Newbery nos topamos con actitudes diferentes...


Buenos Aires, ciudad de tango

Volamos de El Calafate a Buenos Aires con Lan (ahora Latam Airlines). En el Aeroparque Jorge Newbery nos topamos con actitudes diferentes ante la misma situación: en un puesto de información y turismo nos señalaron dónde cambiar euros por pesos argentinos, al mismo tiempo que nos avisaban de que sería difícil que tomáramos el autobús hasta el centro porque había que pagar con monedas (la máquina no admite billetes) o con tarjeta (que exige un trámite costoso para conseguirla); en otro puesto de información con el que dimos por azar, sin embargo, nos cambiaron los billetes por monedas para que pudiéramos utilizar el autobús (7 pesos).

Nos montamos en el autobús número 45 para ir al centro. Después de todo, la máquina de monedas no funcionaba, se tragó cinco pesos y nos devolvió el resto. Sin otra opción, el conductor nos llevó a nuestro destino.

Avenida arriba, avenida abajo
La Casa Rosada, sede de la Presidencia argentina
Desde nuestro apartamento, ubicado en una calle paralela a la Avenida de Mayo, nos acercamos caminando hasta la Casa Rosada, iluminada de rosa, claro, y con una especie de colgante un tanto peculiar… Los edificios laterales, además, brillaban azules y verdes, mientras que la Plaza de Mayo estaba llena de sábanas con lemas reivindicativos.

En el lado opuesto de la Casa Rosada, al final de ese paseo de la alta sociedad de principios del siglo XX, encontramos el Congreso Nacional, el Molino y… las ricas empanadas de La Americana.
El Congreso Nacional

Animación y tango
Aprovechamos nuestra estancia en domingo en Buenos Aires para pasear por la feria de San Telmo hasta la plaza Dorrego. Animada, puedes encontrar desde cintas para el pelo hasta mates, cualquier detallito para regalar a los que no han podido viajar contigo.

El domingo, día de feria en San Telmo

El tango, en la feria

Seguimos andando hasta Caminito y La Boca. Decidimos disfrutar de los espectáculos de tango mientras comíamos allá mismo. Después de dar alguna vuelta, paramos en un restaurante que tenía mesas a ambos lados de la calle. Nos hicieron sentir como extranjeros a los que sacar el dinero. La cuenta subió por los 15 pesos del servicio (especificado en la carta, bien) y los 20 de propina, que incluyeron en la cuenta como tip; hasta ahí, lo esperado; sin embargo, el camarero quería sumar otro 10%, porque esos 20 “serían para la cocina”.

El lugar, eso sí, mereció la visita.


El barrio de La Boca y su calle museo Caminito

Para volver al centro desde allí tomamos el autobús número 29 hasta la Plaza de Mayo, que sí contaba con que subirían turistas y vendían los billetes en la puerta misma del autobús.

Evita, un mito
Al día siguiente, salimos caminando hasta el cementerio de la Recoleta, pasando por los teatros Colón y Cervantes, y Tribunales, mientras comenzaba a llover. Llegamos hasta la Basílica Nuestra Señora del Pilar y el cementerio. Tan sólo algunas señales te guiaban hasta la tumba del presidente Sarmiento, curioso cuando menos, porque la mayoría buscamos la de Evita Perón (número 88 como indica el mapa de la entrada). Te recomiendo escuchar la historia que cuenta Nieves Concostrina, autora de ‘Polvo eres’ en Radio Nacional, sobre la tumba de Evita.



La tumba de Eva Perón, en el cementerio de la Recoleta

El cementerio está un poco descuidado, pero se intuye que debió de ser impresionante; hay tumbas que parecen templos, una ostentación en grado sumo y un olvido de igual magnitud. Vimos muchas placas con las que trabajadores o compañeros homenajeaban tanto a empresarios, como a generales y militares.

A la salida, recorrimos calles que seguramente fueron de alto copete en algún momento de su existencia, hasta la Plaza San Martín y su Torre de los Ingleses, junto a la Estación Central. Paseamos después por la peatonal calle Florida, destrozada en bastantes tramos, con gente voceando “cambio dólares, euros, reales” y muchas tiendas.

Tras entrar un minuto a las Galerías Pacífico (el edificio es Monumento Histórico Nacional), de camino a casa, ya a las cinco de la tarde, disfrutamos de una parrillada, o más bien una parriclac (Clac era el nombre del local), con chorizo, morcilla, pollo, matambre, vacío y riñones, con ensalada y papas rústicas (con piel), por 130 pesos argentinos. Y un gran copazo de vino.

Un paseo más
El último día volvimos a la Plaza del Congreso y pateamos las avenidas Callao, Corrientes y Córdoba hasta el Edificio de Aguas Argentinas, muy original. Luego tomamos la línea A del metro, la más antigua y que desgraciadamente iban a cerrar esa misma semana, hasta la Plaza de Mayo.

Nuestra visita por la capital argentina terminó en Puerto Madero, donde se encuentra el Puente de la Mujer, del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Y a hacer la maleta de nuevo.
El Puente de la Mujer, en Buenos Aires

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